Mi relato «LOS CUENTOS DEL MASTUERZO» publicado en la revista RASTRO (México).

Mi relato

LOS CUENTOS DEL MASTUERZO


ha sido publicado en el nº 1 de la revista mexicana RASTRO,
de diciembre de 2025.

Es un privilegio ser uno de los autores que inauguran esta publicación
a la que espero que le sigan muchos números más.
Toda mi colaboración en ediciones posteriores.
FELICIDADES por un trabajo bien hecho.

Puedes descargarla aquí:



Mi microrrelato «QUE YO NO TENGO LA CULPA» publicado en la antología VERSOS E HISTORIAS DESDE EL CORAZÓN DE CANARIAS.

Mi microrrelato

QUE YO NO TENGO LA CULPA

ha sido publicado en la antología
compilada por la escritora Inma Flores y publicado en

bajo el título
VERSOS E HISTORIAS DESDE EL CORAZÓN DE CANARIAS

Aquí pueden descargarse la revista completa:
https://nortegrancanaria.com/noticias-culturales/versos-e-historias-desde-el-corazon-de-canarias/

Mi microrrelato «LAS SIRENAS» publicado en el libro de poesía y narrativa A FLOR DE PIEL.

Mi microrrelato

LAS SIRENAS

ha sido publicado en el libro de poesía y narrativa
editado en México
A FLOR DE PIEL
bajo la editorial Trajinar de Letras
y compilado por la escritora Emma Villa Arana

Significar que es mi primera incursión en la narrativa
eroticohumorística de ficción.

LAS SIRENAS

No se rían que tengo un problema serio. Les pongo en antecedentes. Me gusta mucho el cine y veo películas sin parar. Y sé que les va a resultar extraño que les cuente que, cada vez que sale una secuencia con un vehículo con la sirena a toda marcha pitando por las calles, me motivo. Sí, sí, de esa motivación que ustedes piensan y que no me atrevo a escribir.

          Y claro, a mí que me gusta disfrutar la vida, siempre elijo películas de acción para ver muchas persecuciones. Qué bien me lo pasaba. Desahogaba mis instintos más profundos y sexuales y era feliz, pero cada vez me motivaba menos. Llegó un día, que bajé a la panadería, que había una ambulancia en la puerta con la sirena encendida. Al ver que la conductora era mujer, me subieron mis pulsaciones y otras cosas más visiblemente evidentes. Y, sin pensarlo, me tiré al suelo fingiendo un infarto. ¿Se imaginan el rato que pasé montado en una camilla con esa diosa tomándome la frecuencia cardiaca? Ese momento fue impagable.

          Y lo que habría parecido un momento de placer se convirtió en un grave problema. Ahora, cada vez que veo una chica conduciendo una ambulancia, me tiro al suelo delante de ella fingiendo lesiones. Son mejores que las enfermedades porque si creen que hay fractura, te montan y te llevan al hospital con las sirenas al viento. Tres veces llevo ya esta semana y ya me empiezan a conocer. La última, ni se paró. Ahora estoy empezando a fingir delitos delante de los coches patrullas de la policía. Eso sí, cuando la agente es una mujer. Y claro, como se me vaya la mano, algún día acabo encerrado.

          Por cierto, ¿alguna de ustedes tiene un coche con sirena de esas que se sacan y se ponen en el techo? Les aseguro que no se van a aburrir conmigo.

[FINAL… piru, piru, piruuuuuu]

Mi relato «LAS CANCIONES MEMORABLES» leído en el recital «Un otoño en Moya».

Ayer leí mi relato

LAS CANCIONES MEMORABLES

Fue en el recital UN OTOÑO EN MOYA.
El 4 de septiembre en la Casa-Museo Tomás Morales de la citada localidad

LAS CANCIONES MEMORABLES

«Oye, ¿tú conoces a una chica que se llama Tere, que es de Moya?», me preguntó tímida, puesto que no tenía confianza para ello. Tenía a su madre ingresada en el hospital y yo había entrado en la habitación a cambiarle el suero. Yo, enfermero e influéncer en redes sociales, le contesté que seguramente conocía a más de cien Teresas. Pero no sé qué bombilla se me iluminó y me acordé de Tere, mi primera novia. Su padre había sido guardián de Los Tilos hacía muchos años y le di ese dato. Ella asintió que sí, que era esa por la que me preguntaba. Me sorprendió. Obvio. Que me preguntara por una persona a la que hace más de veinte años que no veo, me parecía un poco extraño. La interrogué.

        Me comentó que desde que ingresó su madre en mi planta clínica, me había reconocido. Por lo visto hay unas fotos en las que se me ve, mucho más joven, en la romería de Moya, acompañado de la que, por aquel entonces era la chica que ocupaba de lleno mi corazón. Qué pequeño es el mundo, y si encima vives en una isla, el mundo es ínfimo.

        Ese día no pude dejar de pensar en ningún momento en Tere. ¿Qué hubiera sido de mi vida si hubiéramos seguido juntos? Quizás feliz. Aunque, a toro pasado, si he sido feliz hasta llegar a hoy, el camino ha valido la pena. Pero me vino a la cabeza una canción. Va pegada a ella. «Uptown girl» de Billy Joel resuena en mi cabeza cada vez que pienso en Tere. Y al revés, pasa igual. No puedo oír esa canción sin que me vengan a la memoria mil recuerdos que viví con ella. Es como si las canciones nos evocaran a ciertas personas. No solo me pasa con ella. «So lonely» de The Police me trae a mi hermano perdido y cualquier canción del grupo Pet Shop Boys me recuerda a la siguiente novia que tuve. Y así, pasé la tarde escribiendo un post en mi blog con el listado de canciones que me recuerdan a alguien en concreto.

        ¿Soy yo el único al que le pasa esto? A todos los presentes o lectores futuros de este relato les invito a recordar a sus seres a través de las canciones que los definen. Cierren los ojos un ratito y escuchen en su cabeza mientras ven la imagen de alguien. Y a mí, para el futuro que nos quede juntos, me gustaría que me recordaran con el “Heroes” de David Bowie. Porque “we could be heroes, just for one day” y hoy es uno de esos días, por ejemplo.

[FINAL]


Luis Alberto leyendo el relato
LAS CANCIONES MEMORABLES
Cena de autoras/es, después del evento

Mi relato «LA TEORÍA DE LAS CONFIANZAS» publicado en varias revistas y medios.

Mi relato

LA TEORÍA DE LAS CONFIANZAS

ha sido publicado en varias Revistas y algunos Medios de Comunicación
en España y México.

Akira Takeda se había criado en las afueras en un pequeño pueblo rodeado de minas de carbón, en la Prefectura de Yamaguchi, Japón. Sin amigas, casi siempre iba triste. Siendo la menor de siete hermanos, sus padres no sabían cómo hacer para sacarle la expresión facial. Si bien es cierto que la mirada la había desarrollado de tal manera que era como si hablara sin decir palabras. La madre, con la que más tiempo pasaba la niña, no se preocupaba tanto. La veía feliz, pese a su introversión, y con eso se conformaba. Además, la joven tenía la capacidad de que, cada vez que abría la boca para hablar, se hacía un silencio en toda la casa para escuchar lo que decía. Esto era por dos razones; la primera era porque era tan raro oírla hablar que todos querían escuchar esa voz tan a medio camino entre dulce y misteriosa que tenía. La segunda razón tenía más que ver con la gran capacidad de observación que tenía. Siempre estaba escuchando y aprendiendo y eso, unido al coeficiente intelectual que poseía, la dotaba de una sabiduría con la que cargaba cada palabra que salía de ella. El padre les decía a sus hermanos que tenían que anotar las «verdades de Akira», que era como él llamaba a esas sentencias que ella pronunciaba.

            Estaba a punto de cumplir los 20 años, que en aquella época era el límite de la mayoría de edad en su país, y cabe decir que estaba considerada una de las chicas más guapas de la universidad. Además, ese halo de misterio que transmitía le daba un valor añadido a las miradas de la gente. Llegados a este punto, quiero contarles que ella no es que no quisiera contestar, es que no hablaba cuando no tenía nada que aportar y ella consideraba que eso era casi siempre. Con una de las personas con las que más hablaba era con el profesor Nunku Jishimura. Él, aparte de la docencia, era fotógrafo. Empezó muy amateur, pero ya le habían publicado algunas fotos en prestigiosas revistas y, de vez en cuando, venían medios de comunicación a entrevistarlo. Ella lo admiraba más de lo que admitiría. Ya, de decir que estuviera enamorada de él, se lo negaría incluso a sí misma.

            Pero es verdad que ella le preguntaba algunas veces por sus fotos, cuando veía alguna nueva publicada. Y, aunque ella se dedicaba a escucharle, las preguntas que hacía permitían que a esas reuniones apartadas del resto de los alumnos se las pudieran considerar conversaciones. Él sí sabía que estaba enamorado de ella. Y siempre le decía: «Algún día quiero hacerte una fotografía que refleje tu ser». A lo que ella sonreía en silencio, a lo que se podría interpretar con mi claro: sí.

            El día de su 20 aniversario le hicieron una fiesta en clase. Ella, cortés y educada como pocas, correspondió al cántico oficial y a la tarta con unas breves palabras. Y recibió algunos regalos, pero uno le abrió el corazón como pocas veces lo había notado. La que sí notó algo fue su madre al llegar a casa. Le empezó a contar con pelos y señales que el Maestro Nunku la había seleccionado para hacerle una sesión de fotos. Hablaba tan rápido y con tanta emoción que los hermanos que estaban en casa en ese momento no podrían dejar de escuchar con la boca abierta, como si estuvieran viendo a un ser que no era Akira. La madre le dio la bendición y le dijo que ya no tendría que pedir permiso al padre, así es que podía aceptar si eso la iba a hacer feliz. Aun así, ella quiso consultarle a su progenitor. Era un hombre de mucha vida y sabría orientarla. Y así lo hizo. Le hizo ver que, aunque conocía al maestro Nunku y le tenía en alta estima, desconfiara por si llevaba otras intenciones que no solo fueran las artísticas. El mundo de las modelos y la farándula nunca lo quiso para ninguno de sus hijos y menos para su pequeñina.

            Aun así, también le dio las bendiciones, después de que ella le prometió que no se quitaría nada de ropa y que solo haría fotos con las que su familia se pudiera sentir orgullosa de ella. Y quedaron un día en lo alto de una colina en la que ella se refugiaba cuando quería estar sola. Solo y abandonado entre dos árboles había un viejo balancín en el que ella se mecía sola. Hablaron de la foto que le iba a hacer hasta que fue la propia foto la que surgió ese día. Ella, sentada en a horcajadas de espaldas, era como si le estuviera dando la espalda al mundo. El entorno despoblado de vegetación daba una sensación yerma de vida. Con la primera foto que le hizo, logró captar toda la tristeza que transmitía y que solo su familia sabía que no existía.

            —¿Así me ve?, Maestro, ¿triste? —preguntó ella.

            —Sí, claro, como todos. Parece que no haya vida a tu alrededor. —respondió él, muy seguro de su afirmación.

            Ella, en casa, analizó la conversación con el maestro Nunku. Intuía que eso que le dijo pudiera estar pasando y ahora estaba seguro. Para los demás, ella parecía una persona triste. Y no lo era. Decidió hacer un esfuerzo y abrirse a los demás. Y que su padre le regalara una cámara de video la ayudó a fomentar sus encuentros con el fotógrafo que la orientaba y la enseñaba sobre encuadres, equilibrios de color, transmisión de emociones; para lo que él era un verdadero artista y, sobre todo, a tener una filosofía interior que poder contar en sus grabaciones.

            Y, como todos saben, el roce hace el cariño. Se sentían atraídos el uno por el otro. La diferencia de edad no era tanta y el escollo podría ser salvable, pero cada uno tenía miedo de no poder enfocar el amor de una manera que el otro necesitaba y eso les retraía los instintos. A ella le atraía como nadie lo había hecho en la vida, aun sabiendo que su vida era hacia adelante y que no podría realizar sus sueños si dependía de que el volante del coche lo llevara otra persona. Era una contradicción el querer ser acompañada por ese hombre y poder mantener la sensación de la independencia más pura de decidir sus metas futuras. Eso la condenaba a vivir en un amor hermético.

            Él no quería tener pareja. Llevaba 20 años desde que rompió su última relación y sabía que no era culpa de nadie, sino de su forma de enfocar la vida. Incapaz de adaptarse a la vida de nadie, nunca quiso obligar a ninguna mujer a tener que amoldarse a la suya. Siempre odio ese egoísmo y no quería ser él un claro ejemplo. Le costó una década entenderse, hasta que logró armar en su cabeza un sistema que le permitiría tener relaciones sin hacer daño a nadie y sin sentirse mal. Lo llamaba «La teoría de las Confianzas». Y esa noche, Akira, que se envalentonó a preguntarle por qué no tenía pareja, tuvo la oportunidad de escucharla. Y, oyendo la voz calmada del gurú, iba adaptándose a las verdades que salían de esa mente privilegiada. Es como si ella estuviera escuchando lo que nunca se había atrevido a ordenar en su cabeza y que, ahora, acababa de ver con una claridad meridiana. Y concordaba con una de las frases que alguno de sus hermanos habrá apuntado y que dice: «Nadie es de nadie».

            —Tú a las personas que conoces las clasificas. A todas, de mil maneras diferentes: por cómo te caen, por lo que puedes sacar de ellos, por lo graciosos que son, por lo lindos y por mil cosas que se te ocurran. —comenzó argumentando el maestro—. Y una de las clasificaciones que hacemos es la de las confianzas que le otorgamos a las demás personas de este mundo. A los que no conoces, no les das ninguna confianza, pero cuando te presentan a alguien, le das un saludo. Eso significa que tiene tu permiso para saludarte cada vez que le apetezca. Ya es un grado de confianza más que al resto. Cuando ya lo vas conociendo mejor, le estrecharás la mano. Eso es algo más que un simple saludo. Sirve para diferenciar a los que conoces, pero tienes un acercamiento más allá del saludo de cortesía. Pues ese es un segundo escalón de confianza. A algunos, incluso, llegarás a darles un abrazo, porque darles la mano no refleja lo que confías en él. A otros con más confianza les darás un beso y, cuando la confianza es mucha, podrás darles un beso en los labios. Como ves, a cada escalón de confianza que subas, más reducido es el número. No creo que tú le des besos en los labios a todo el mundo.

            Ella, escuchando estupefacta, entendió algo que ella misma había pensado y que no había logrado contárselo a sí misma con esa claridad. Hizo suya esa teoría desde ese momento. Pero quiso saber un poco más.

            —Y el sexo, ¿qué papel juega el sexo en esta trama? —volvió a indagar, absorbiendo toda la información que podía.

            —El sexo es el escalón más alto de confianza. Cuando con alguien tienes la confianza de entregar tu cuerpo sin miedo a nada, con esa persona puedes hablar del tema que quieras y no te va a fallar nunca. Siempre será sincero contigo y no tendrá sentido esconderte sus acciones o sus emociones. Estaréis los dos en la cúspide de la confianza. Y por ello existe la fidelidad. La mayoría de los humanos solo le entregan esa confianza a una persona y esperan que sea recíproco. Dos corazones unidos en la confianza suprema. Y sí, eso está muy bien, pero se puede llegar a ese grado de confianza con otras personas. Por eso yo no tengo novia. Necesito la libertad de poder elegir las confianzas que le doy a las personas.

            Ella, movida por un impulso que ni ella se vio venir, lo besó en los labios.

            —Quiero tener confianza para besarte cada vez que nos apetezca. —dijo ella al separar los labios.

            —Tú eres un ser de luz que quiero que brille siempre conmigo; estemos donde estemos, cerca o lejos, siempre que los necesites, estos labios estarán para ti siempre que no te hagan sufrir y sepas disfrutar de que la confianza es hacia los dos lados. Besarnos en los labios nos acercará tanto que siempre entenderemos que el resto de los mortales están más lejos de nosotros y en nuestros labios tenemos el refugio el uno del otro en los momentos en que las cosas no vayan como uno quiere.

            Y esa amistad sigue hasta hoy en día. No lo duden. Pero sigo con el relato. Cuando los dos vieron que, besándose en la boca, los dos se sentían mejor, comenzaron a tener sexo. Placentero, sin posesiones. Recuerden que nadie es de nadie. Mirándolo con ese prisma, todos podemos disfrutar de todos.

            Nunju Jishimura contactó con un escritor español que tenía una web de relatos. Los fotógrafos le mandaban una de sus mejores instantáneas y él, con lo que veía en ellas, les escribía un relato que luego colgaba en las redes sociales. Se decidió a mandarle la foto que le había hecho a Akira en lo alto del descampado, montada al revés en el balancín. Ese relato lo leyó un galerista que, aunque vivía en Palencia, hacía unas exposiciones pequeñas, pero bien cargadas de público en Madrid-Centro. El fotógrafo japonés ya había expuesto en muchos países de Asia, pero en Europa sería la primera vez. La joya de la exposición era la foto titulada «La modelo triste».

            Por su parte ella, tras haber participado en cinco cortometrajes como actriz, había rodado su primera película. No era la protagonista, pero el apoyo positivo al personaje de la actriz principal le valió muchos elogios. Aprovechó su viaje a España para traerse la cámara y realizar su primer cortometraje como directora. O por lo menos intentarlo. Uno de los condicionantes que Nunku puso para ir a España era que le pagaran el pasaje, también, a la modelo. Cosa que no fue considerada un problema. Así fue como Akira puso los pies en España y se dispuso a contar su primera historia, que protagonizaría ella misma.

            Al llegar a la exposición, el director de la galería, al escuchar los planes de la chica, le dijo que tenía un amigo que se dedicaba a las cosas del cine. Le propuso contactarlo para que le echara una mano. Y así fue como conoció a Brian. Hablaba más de comida que de cine y es que de cine no sabía nada. Él se dedicaba a las comidas de los rodajes. Pero se cayeron bien. Y, aunque él no sabía cómo se apretaba el botón de grabación de la cámara, sí le presentó a la chica a los que saben hacerlo a la perfección. Y ella rodó su primer corto.

            Nunku se dio cuenta de que ella ya no le prestaba atención; ella ahora solo hablaba con su cámara y el bolígrafo con el que reescribía las frases de los diálogos. Se alegró tanto por ella. No creyó estar perdiéndola porque nunca tuvo la sensación de que fuera suya. Esa era la teoría de las confianzas. Y así se volvió el fotógrafo a Japón, solo pero unido a Akira para siempre. Unión que refrendaron la última noche con una sesión de sexo especialmente inolvidable. Ella le regaló que pudiera hacerle una foto desnuda para él. Tenía la certeza y la confianza para saber que ese era un secreto para los dos. Esa noche, subieron otro escalón en la confianza.

            Ella se quedó. Los chicos que la ayudaron a rodar su cortometraje la metieron en el rodaje de una película, insistiendo mucho a Sandy Zucko, la directora. Pero, una vez que trabajaron juntas, ya se encargaba ella de escribir en el guion un personaje femenino oriental para poder incluirla en el reparto. Además, sabían que tenía confianzas especiales con Brian y que cuando estaba contento les daba mejor de comer.

            Hay que reconocer que, a Brian, esa Teoría de las Confianzas no le encaja bien del todo. Ella, de vez en cuando, se la tiene que recordar, porque él, lo que quiere es casarse con ella, pero no le queda más remedio que aceptar. Es eso o nada. Y lo sufre en silencio. Ella lo intuye y no sabe cómo hacerle entender que cuando logra despojarse del yugo de la propiedad, empieza a fluir con el mundo.

            Un día Akira vio cómo, en uno de los rodajes, cada vez que le tocaba el turno a una chica figurante, siempre se sentaba un rato a hablar con ella. Se notaba que a la chica Brian le gustaba y él no notaba nada, simplemente se dejaba llevar por la buena onda que le transmitía. Akira, cuando todos estaban recogiendo los enseres del rodaje, le interrogó.

            —A la chica que hace de niñera le gustas. —Le soltó, sin más.

            —¡Alaaaa! Exagerada.

            —Que ya te lo digo yo. ¿Qué harías si te besa? —le preguntó con esa mirada que ella sabe poner.

            Él no supo contestar.

            —¿Te gustaría que lo hiciera? —le volvió a insistir.

            —No, no, ¿cómo va a ser eso?

            —Yo sé que te gustaría. Pero no te vas a dejar hacerlo. Me respetas demasiado. Cosa que me halaga, pero a mí me haces sentir mal. Me haría más feliz si te besara y tú los disfrutaras a que estés sufriendo por mantener una fidelidad a alguien que no es tuyo. Yo te quiero y quiero que seas feliz todos los días de tu vida. Y si quieres que ella te bese, déjala que lo haga. Y si necesitas que sea yo la que le explique la teoría de las Confianzas, la invitas y se lo explico.

            Y se acabó el rodaje. La figurante, ya confiada, le daba un beso en los labios cada vez que llegaba al rodaje y la chica de vestuario empezó a hacer lo mismo también. Ahí fue cuando Brian empezó a entender el verdadero significado del «Nadie es de nadie» cuando es compartido.

            —Akira, tengo miedo —le comentó él, en una de las sesiones de sexo entre rodajes que tanto les encantaban.

            —Sé lo que me vas a preguntar.

            —¿Qué pasa si alguna de ellas quiere sexo conmigo?

            —El problema no es lo que ellas quieran, es lo que tú quieras. Si vas a ser feliz o no. Simplemente eso. Ya sabes que, si lo haces y te sientes mejor, no hay problema. Siempre que los dos tengan claro que es simplemente una confianza. Y si, de repente sienten que esa confianza no se la quieren dar a nadie más y quieren una fidelidad. Tampoco hay problema porque eso les hará sentir seguros a los dos.

            —Pero te perdería a ti. —terminó sentenciando.

            —Nunca vas a llegar a entenderlo. A mí nunca me vas a perder, porque nunca me has tenido y la confianza para irte de mi vida o volver las vas a tener siempre porque te la has merecido.

            —La verdad es que me gustaría hacer el amor con ella. ¿Le podrías explicar todo eso? Es que a ti te sale mejor.

            —Vale. Invítanos a cenar a las dos una noche de estas.

       —Qué fácil es quererte. Siempre me hace sentir feliz que tú estés feliz por mí —acabó reconociendo las ventajas de esa teoría.

            —Pues te voy a dar una noticia que te va a llenar de felicidad por mí. Tú sabes que la directora Sandy quiere rodar su última película. Pues me ha pedido que sea yo la que sea la protagonista.

            Y los dos, cargados de felicidad, tuvieron una noche de sexo feliz y con confianza.

[FINAL FELIZ]


Este Relato es el quinto de los que
formarán parte del libro:

RELATOS Y ¡ACCIÓN!

Durante este año… más noticias.

Otros relatos de esta colección

Relato MENTIRAS EN EL RESTAURANTE de Luis Alberto Serrano


REVISTAS LITERARIAS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN QUE LO HAN PUBLICADO:

ANESTESIA, Revista Literaria (México)
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CANARIAS LITERARIA, Revista
CRÓNICAS DE LANZAROTE
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EL ATENEO DE LOS AMIGOS DE LARRA
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«La voz hecha una virtud», minientrevista a ATTENERI CARO

Luis Alberto Serrano con Atteneri Caro
Luis Alberto Serrano con Atteneri Caro en El Sotano Digital

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Mi relato «VOLVER AL CAMINO DE SANTIAGO».

Mi relato

VOLVER AL CAMINO DE SANTIAGO

ha sido publicado en varias Revistas y algunos Medios de Comunicación
en España y República Dominicana.

Eran las 5:30 de la mañana. Como todos los días, sincronizados, la pandilla se levantaba para iniciar la etapa del día del Camino de Santiago. Ya llevaban 6 hechas y habían desaparecido las agujetas de los primeros días. Habían decidido hacer el recorrido de una forma humilde, quedándose en albergues, pero la imposibilidad de dormir por las noches hizo que decidieran buscar hostales con habitaciones compartidas de dos en dos. Claro, entre los que salían de juerga por la noche porque se toman el Camino como una especie de vacaciones y llegan borrachos a altas horas intempestivas, y los que madrugaban más que ellas, para no coger el sol de mediodía por esos senderos de la Galicia interior, no pudieron dormir ni un rato la primera noche.

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Mi reseña del concierto de CELTAS CORTOS Sinfónico, publicado en la revista MetalCry.com

El pasado 26 de abril, CELTAS CORTOS ofreció un espectacular concierto sinfónico
en el Auditorio Alfredo Kraus de
Las Palmas de Gran Canaria
acompañado de la Orquesta Virtuós Mediterrani al mando del
maestro Gerardo Estrada

Pude asistir al mismo, acreditado por la revista musical especializada
METALCRY.COM


Fotografías:


Reseñas anteriores para MetalCry:

Concierto de REVOLVER 2-2-2025 en el Auditorio Alfredo Kraus
Concierto de ROBE (Extremoduro) 1-11-2024 en la Plaza de la Música
Concierto de SANTI CAMPILLO (Ex-MClan) 26-3-2025 en el Buenos Aires Jazz Café